domingo, 5 de julio de 2015


CHIRIMOYO Y TORROMOTAL: LAS GEMELAS REBELDES


Por: Ana Valderrama Llontop
        David Thorne Vilca

Empezamos nuestro recorrido hacia Íllimo, con una travesía de hora y media de duración, pasando por Lambayeque, entre el sonido de las ruedas del carro a toda velocidad que rebotan haciendo que brinquemos como en un trampolín. Al llegar nos encontramos, unos pasos más adelante, con el parque central y con ella gente sentada en las banquetas conversando, así como el Tumi en el centro que le da un aire señorial, el cual tiene un pasado histórico precolombino (recordemos que en Íllimo fue encontrado el otrora famoso Tumi de oro allá por el año 1936 por Julio C. Tello y su asistente illimano, don Hipólito Granados Durand), sin embargo, de aquel rico legado sólo queda el débil referente meramente nominal para los libros.

Y es que Íllimo, como distrito a sus 110 años no ha crecido significativamente, básicamente está distribuido en una zona urbana y una zona rural la cual abarca la mitad de la población, pero eso no quiere decir que necesariamente posea las condiciones de vida más básicas. Un ejemplo claro es el agua, que  como medio indispensable es fundamental, pero su situación en los centros poblados se torna difícil y hasta ahora inaccesible. Los caseríos que tienen agua, la reciben de pozos que ellos mismos hacen o en algunos casos la Municipalidad los construye, pero en ningún caso la reciben de parte de Epsel como en la zona urbana, siendo la raíz de todos los males, ya que el agua que consumen tiene pésimas condiciones, lo que afecta la salud de todas las familias empobrecidas por carecer de servicios básicos, considerando además que la principal actividad en estos lugares es la agricultura de arroz, menestras; entre otros, lo que hace que el agua sea un factor protagónico y desencadenante en sus vidas. La lluvia en estos lugares es de gran ayuda a sus sembríos y a que puedan recolectar agua usando este medio.

El gran problema es el saneamiento del agua que consumen. Según las estadísticas en las áreas urbanas del tercer mundo 170 millones de personas carecen de agua limpia para satisfacer sus mínimas necesidades: beber, cocinar o lavarse; en las áreas rurales de estos países el panorama es más sombrío ya que alcanza a casi 885 millones. Está comprobado que el ser humano utiliza un promedio de 200 litros diarios de agua.

Teniendo en cuenta todos estos factores, nuestra primera parada se encuentra a dos cuadras -  del mencionado – parque, donde vive el Gobernador de esta localidad, Angel Cajusol Santiesteban. Con un apretón de manos ingresamos a su casa y en su pequeña sala, tomamos asiento en las sencillas sillas de madera. Mi compañero enciende la cámara y el Gobernador nos empieza a relatar el ambiente que se vive en los caseríos con mayor incidencia de problemas en el agua: Chirimoyo y Torromotal.
En Chirimoyo, la calidad del agua es pésima – me cuenta – porque la gente vive no acorde a los avances tecnológicos que existen hoy en día, a simple vista se puede observar la calidad del agua, lo mismo pasa en Torromotal; los pobladores toman agua no apta para el consumo humano.
Le pregunto, si él ha reportado en la municipalidad los problemas que viven los caseríos, pero de manera vaga, esquiva y balbuceando dice que sí, y me pregunta si lo estoy grabando ya de manera incomoda. A lo que le contesto que sí, él me dice que le haga la pregunta otra vez en una nueva grabación,  pero al repreguntar no se centra en el tema de los caseríos, me dice que ha reportado no solo ello sino los problemas que se dan en la ciudad, alejándose del objetivo de la pregunta de manera conveniente y disimulada.
Culmina diciendo: «Mientras existan autoridades, como el actual alcalde, que piensan que Íllimo se reduce a su Plaza de Armas y dos cuadras a la redonda sin tomar en cuenta al resto del pueblo y sus caseríos, se va a seguir acumulando una profunda tensión social que ya se manifestó en las últimas elecciones».
Torromotal rodeada de pozos
Con todo lo referido de parte del Gobernador, nos dirigimos a Torromotal en una moto, llegando en unos 10 minutos, a viviendas dispersas, en su totalidad 26; con una travesía rodeada de sembríos, maleza y algún caballo, vaca o gallina en el camino.
Nuestra primera fuente en este lugar es el Pr. De las JASS de este centro poblado, el Sr. Raúl LLauze Masero, quien no se encontraba en su vivienda, porque se hallaba más adelante cuidando sus sembrios.Una niña de 14 años – su hija – nos salió al encuentro y al saber que lo buscábamos, se dirige metros más adentro y grita : “Papaaaaaaaaaaaaaá, te buscaaaaaan” , mientras esperábamos que llegara, hicimos algunas tomas de apoyo del lugar y después de un rato llego, saludándonos con un apretón de manos, a la par que nos identificábamos como alumnos de la Uss que teníamos el interés de indagar sobre el problema del agua en este caserío.
Primero, nos dio una muestra del agua hervida que consumen en su hogar, la cual tenía asentada un polvo blanco – yeso – fue preocupante ver la calidad del agua que consumen, hasta tal punto; que al no tener otro suministro de agua tengan que consumirla de esta manera, hirviéndola bien y dejando que esa agua se asiente para tomar el agua sin la mezcla del yeso.
Posteriormente Raúl, nos llevó hacia dos pozos, el primero que servía como sustento de agua, pero que actualmente está lleno de óxido, aguas turbias, estancadas y con telas de arañas, producto de su nulo funcionamiento. 

El segundo metros más adelante, es la que actualmente dispensa el agua a toda esta población en Torromotal, su tarifa por el costo mensual del agua es de 5 a 10 soles, pero ya que las condiciones del agua son malas; no todos pagan, pero lo peor no es solo eso, sino los pozos con aguas estancadas que filtran al pozo donde beben el agua, y que sus animales también toman. 

Por último, nos llevó hasta un pozo artesanal del cuál parte de los pobladores del lugar utilizan, donde el agua que filtra tiene evidentes rastros de tierra y que según nos dijo Raúl y posteriormente nos dirían otros pobladores, esa fuente se veía contaminada por las filtraciones de una laguna de aguas estancadas que estaba a pocos metros.

En el recorrido, encontramos a tres moradoras de este centro rural, que nos manifestaron, como les afecta el consumo de esta agua a sus hijos y como sus quejas no son escuchadas, a pesar de la precaria situación. Coincidiendo que todos en sus familias se han enfermado por consumir este elemento.
Culminando, la estadía en Torromotal, visitamos al teniente gobernador Jose Santos Díaz Bonilla, el cuál desde el principio que llegamos al lugar cerca a su domicilio nos observaba fijamente, pero al desconocer quién era él pasando de largo, cuando regresamos y nos acercamos a su vivienda, lo encontramos sentado en su hamaca con dos sillas a su costado (como esperándonos), le preguntamos sobre el problema del agua, pero natural y pasivamente dijo que en Torromotal: “todo está bien”, nos dio a probar del agua que tenía en su casa.

Aparentemente el agua estaba bastante limpia y el sabor estaba entre salado y dulce, pero en mejores condiciones que la que pudimos constatar alrededor del caserío. Le  atribuyo, que los pobladores declaren a favor de la poca calidad del agua, porque “son de distintos pensamientos, distintas mentalidades y por ultimo porque son rebeldes”. Luego de terminar nuestro encuentro con él y con la intriga de que había algo incoherente, regresamos donde Raúl a quien preguntamos sobre aquel personaje, a lo que respondió “Ese señor siempre es así, dice que no pasa nada y que todo está bien” a lo que agrego la esposa de Raúl “Ese señor no toma agua de acá, su hija trae agua de Íllimo, la escuche comentando eso hace un tiempo”.
Entrando a Chirimoyo
Chirimoyo está dividido, en Chirimoyo bajo y Chirimoyo alto. El trayecto en moto taxi demora unos 15 minutos, bajamos exactamente en la Posta Medica, la cual atiende de lunes a viernes hasta la 1 de la tarde y los fines de semana realizan visitas a las viviendas. 
La Doctora Magiie Villalobos, nos presentó  a todo el personal a cargo, cinco mujeres incluyéndola. Sin hacernos esperar, va al grano al mencionarle sobre el problema del agua “El tema del problema del agua aquí en Chirimoyo es de años, surgió porque cuando crearon el pozo que está al frente de la posta, rodeado de sembríos – me señala con un dedo – lo hicieron con 5 metros de profundidad, cuando lo correcto es de 10 metros, a raíz de ello cada vez que se da el tiempo de la siembra del arroz el agua se contamina de los insecticidas de los sembríos y para evitar infecciones por la toma de esta agua se cierra la llave general y Chirimoyo no tiene agua por 8 meses, siendo esta una posta medica – continua – aquí se debería suministrar esencialmente el agua, a pesar que hemos tocado varias puertas, nadie interviene para resolver esta situación”.
Con este contexto alrededor del problema del agua, nos despedimos y vamos en busca de moradores, que certifiquen esta situación, metros más adelante caminamos unos 20 minutos; con el sol tan fuerte que sentimos se nos achicharra el rostro. Agotados llegamos a unas viviendas, para preguntar de manera segura, el problema del agua. Un hombre, identificado como Víctor Maco, nos da un pequeña entrevista, confirmando el problema y agregando : “ El problema es que no se puede consumir el agua por la campaña de la siembra de arroz, es de tiempo, aca nosotros para solventarnos de agua, las familias de este sector se reunieron y cooperando todos, con dinero nuestro y una pequeña ayuda del alcalde, hicimos un tanque elevado, de donde nosotros podemos gozar de agua en cañerías para nuestras viviendas, aquí somos alrededor de 20 viviendas tan solo en este sector, las demás familias no tienen este recurso sino que ellos mismos hacen de pocitos para tomar agua”.
Siguiendo el recorrido, ubicamos a nuestra última fuente del lugar, el Pr. Del JASS de Chirimoyo bajo, el Sr. Pedro Santa María Morales – él nos recibió de manera amable, pero era muy parco y mezquino con las palabras al hablar, contestaba las preguntas en una sola frase y en algunas redundaba, por lo que para sacar una buena información, teníamos que repreguntar con insistencia a ver si así se obtenía una respuesta más completa de su parte. 
Su declaración, podría resumirse así: “El problema del agua en Chirimoyo bajo se viene dando hace doce años y hasta el momento el alcalde no se preocupa por solucionar el problema en el problema, no ha hecho una buena gestión y a pesar de que se le reporta no hace ni dice nada”. Al culminar con la entrevista, empezamos nuestra caminata para realizar tomas de apoyo, bajo un inclemente sol, para luego esperar por el camino el pase de un moto taxi y realizar el regreso a la ciudad de Íllimo, lo que felizmente no demoro mucho.
De regreso a Íllimo
Una vez de regreso a Íllimo nos dirigimos a la municipalidad, la cual está frente a la plaza del lugar, para entrevistarnos con el alcalde, pero antes de hacerlo, pasamos por la oficina de defensa civil, en donde nos atendió Miguel Siesquen Chapoñan quien ocupa el cargo de jefe de esta área, además de ocupar el cargo de secretario general de la municipalidad y también como el de brindar el acceso de la información pública, quien nos dijo “Cada caserío cuenta con su sistema de agua y es administrado por el JASS, la municipalidad con su gestión construyo los sistemas de agua pero al concluirse fueron transferido a estas juntas administradoras, y ellos son los que administran el servicio, como por ejemplo: recursos económicos de la misma población. Todas las viviendas contribuyen en el servicio básico del agua y dan una cuota mensual”
 – al escucharlo, me atreví a preguntar: ¿En este caso los responsables de la falta de mantenimiento en los caseríos, son los JASS no la Municipalidad?, a lo que me contesto: “No, la Municipalidad cuando construyo los sistemas de agua los transfirió a las JASS, porque la Municipalidad no se iba a hacer cargo de los sistemas de agua potable en los caseríos”.
Ahora el tema que podemos notar a raíz de esta entrevista, es que tal como nos contó el Jefe de la Oficina de Defensa Civil y Secretario General de la Municipalidad, es que la Municipalidad cuenta con 180, 000 mil soles de los cuales el 50% va para gasto corriente,  si el monto restante que equivale a 90, 000 soles – pensamos -  no les abastece para ayudar a los caseríos con problemas del agua, como se pretende decir que las JASS a cargo del cobro del agua en los caseríos con un promedio de 5 a 10 soles mensuales, donde el estimado de viviendas es en Torromotal de 26 recaudando un promedio de S/.130 mensuales y en Chirimoyo de 280 viviendas recolectando un promedio de s/.1400 mensuales por el cobro del agua. A partir de estas estadísticas ¿Es apto para las JASS de cada caserío solventar la ayuda del problema creciente del agua, cuando ni ellos mismos con el monto que reciben mensual no los pueden ayudar a mejorar?
Como nuestro siguiente entrevistado, José Acosta Santamaría, responsable del Área técnica municipal de agua y saneamiento (ATMAS), se encontraba a pocos metros de la oficina de defensa civil. Nos declaró con voz muy baja como si no estuviera seguro de lo que decía ante la cámara, nos dio a notar de esta forma su inexperiencia en el tema del agua en los caseríos, su declaración (lo mejor que pudimos rescatar debido a su débil tono de voz) se resumió en: “La preocupación es del alcalde por parte de estas comunidades, justamente yo como responsable del ATMAS he hecho un plan de trabajo para el mantenimiento de los tanques y el sistema de redes, también para la compra de clorinadores que ya se compraron por parte de la Municipalidad, ahora estamos viendo para en estas semanas ir a Chirimoyo y Torromotal que son los caseríos que faltan” 
-al oírlo sin más preámbulo de digo: ¿Entonces se diría que es un problema que se solucionara en estas semanas?, a lo que el antes de responder se queda pensando y demora un poco en responder mi pregunta afirmando lo siguiente: “El problema no es solo del mantenimiento del tanque sino la calidad de agua que en Chirimoyo y en Torromotal es salitrosa”.
Habiendo sacado previa cita con Juan Pablo Santamaría Baldera, alcalde del distrito de Íllimo, nos reunimos con él y le preguntamos sobre la situación de los caseríos y que ha venido haciendo durante sus 12 años de mandato con el tema del agua, a lo que con tranquilidad nos dijo lo siguiente: “Cuando nosotros ingresamos prácticamente los caseríos no tenían agua potable, abasteciéndose de norias, así es que nosotros a través de diferentes proyectos les colocamos los servicios de agua, a través de pozos comunales y un tanque elevado que puede abastecer a sus viviendas. Hasta ahora no hemos tenido problemas, salvo en el caso de Chirimoyo y Torromotal, que son problemas de filtraciones, ya que por ejemplo, en el caserío de Chirimoyo siembran arroz en el verano y las filtraciones con residuos de pesticidas, afectan la calidad del agua. En el caso de Torromotal la pendiente es bastante baja, hay una laguna ahí, en donde todos los agricultores hacen desagüe del agua de sus chacras a esa laguna” Antes que siga explayándose, intervengo y le pregunto: Pero sabemos que la Municipalidad en estos casos tiene que velar por sus pobladores para que ellos no pasen por este tipo de riesgos para su salud, nosotros hablamos con Raúl Yauce presidente de la JASS en Torromotal y nos dijo que no recibe apoyo de ningún tipo- ante esta pregunta  el alcalde contesto: “Bueno, yo no quiero ir más allá, pero en el caso Torromotal para el presidente Raúl Yauce, no soy de su simpatía, entonces no se puede coordinar una ayuda por más que yo lo quiera, pero aun así hemos ayudado y nos hemos hecho presente. Chirimoyo tiene los mismos problemas del agua, sin embargo nosotros hemos ayudado porque se dejan ayudar, en los meses de verano cuando se complicaba el abastecimiento de agua nosotros les hemos elevado cisternas con agua. Sí un caserío comunica, si hay una buena disposición, nosotros vamos a ayudar”     
Conclusiones
Las Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS) son organizaciones elegidas voluntariamente por las comunidades y se constituyen con el propósito de administrar, operar y mantener los servicios de saneamiento de uno o más centros poblados del ámbito rural. Se llama servicios de saneamiento a los servicios de agua potable y disposición sanitaria de excretas. (Decreto Ley Nº 26338, texto único ordenado del Reglamento de la Ley General de Servicios de Saneamiento). Estas organizaciones cuando necesitan de apoyo técnico, financiero o administrativos, la Municipalidad distrital es la primera institución a la que ellos deben recurrir, ya que el presupuesto participativo, es su herramienta financiera. Entonces si la municipalidad no pudiera atender estos problemas, las JASS deben solicitarla a otras instituciones. Si analizamos el tema de las JASS relacionado a la Municipalidad, podemos sobrentender que esta es su principal fuente de ayuda, porque al requerir de la ayuda de otras instituciones el acceso a esta, sería muy complicada.
Con toda la información recopilada y al conocer diferentes versiones y testimonios, recordábamos lo contado por cada uno de los personajes que describen una problemática desde distintas apreciaciones en este distrito.
Si bien el alcalde nos dijo antes de finalizar la entrevista que “Íllimo tiene 20 caseríos… Pero es lógico darse cuenta, si este problema fuera la matriz de todo, de los 20 caseríos hubieran 12 con los mismos problemas, pero son dos, uno que no se deja ayudar y otro que tiene dificultades pero si deja ayudarse, saquen sus propias conclusiones”. Sin embargo esto no nos aleja del problema, ya que al ir a Torromotal y ver directamente la preocupante calidad del agua de la que ellos se abastecen y al abandono que presentan esas mismas fuentes de suministro, la realidad es ineludible a pesar de que el teniente gobernador de esa zona negara lo evidente. Ir Chirimoyo y pasar por la posta y constatar que aquel centro de salud estuvo sin agua por 8 meses no es porque “no se quieran ayudar” como menciono el alcalde sino porque no han recibido ayuda de ningún tipo, como también lo manifestó el presidente de la JASS en ese lugar, Pedro Santa María Morales, con mucha amargura.


No obstante pasando por el centro de Íllimo uno se percata que se vive un clima político agitado, como lo fue aún más en elecciones pasadas con resultados violentos. Aquí cada partido político tiene su local en cada extremo que rodea el parque principal y este clima de tensión parece influir en la manera de actuar tanto de quienes están en un cargo como de quienes presentan estos problemas.

domingo, 28 de junio de 2015

PÁTAPO Y EL SEÑORÍO DE CINTO: REENCONTRÁNDONOS CON NUESTROS ORÍGENES

PÁTAPO Y EL SEÑORÍO DE CINTO: REENCONTRÁNDONOS CON NUESTROS ORÍGENES

Por: Ana Valderrama Llontop - David Thorne Vilca
Lambayeque - Patapo

De los centros arqueológicos más importantes del departamento de Lambayeque, El Gran Señorío de Cinto ubicado en los altos de los cerros que dominan la ciudad de Pátapo, representa en sí mismo una contradicción, pues pese a su evidente significancia histórica se encuentra en un total estado de abandono por parte de las autoridades responsables. No obstante, sus enigmáticas construcciones, sus laberínticos caminos y sus extrañas rocas con curiosas formas humanas y animales, nos cautivan desde la distancia haciéndonos sentir la inevitable satisfacción que se experimenta cuando se es visitado personalmente y profundizarnos en su historia, nuestra historia.

Pero, “empecemos por el principio”. Para llegar hasta este lugar, salimos primero de Chiclayo muy temprano, aprovechando el buen clima actual y el entusiasmo puesto en nuestra aventura. A golpe de nueve de la mañana abordamos una combi (2 soles) en el paradero desde donde parten estos hacia Pátapo, en el terminal de EPSEL. La idea era llegar al pueblo antes del mediodía a fin de evitar el Sol recalcitrante de esa hora.

Cuando abandonábamos Chiclayo, Ana -mi compañera de investigación-, no dejaba de ver el paisaje en meditabundo silencio, de pronto me hizo un indicativo con la mano señalando las nuevas urbanizaciones y asentamientos humanos  comentando como éstos «devoraban» lenta pero inexorablemente el verde paisaje agrícola lambayecano.

Pátapo, tierra de miel.        

Poco antes de llegar a Pátapo pudimos apreciar que no hay arcos ni letreros de bienvenida al viajero. Al llegar es una locomotora la que llama mi atención, aquel artefacto que representa una época pasada, un tiempo en donde se empezó a construir un pueblo como se le conoce ahora. A pesar de la antigüedad que tiene el artefacto, da la sensación de que no desentona con la época actual sino que calza con el lugar ya que parece un pueblo detenido en el tiempo.    
        

Por el gris asfalto de sus calles, el pueblo nos arrastra como por un embudo hacia su avenida principal, espacio agradable y bien distribuido urbanísticamente, característico de esta clase de poblaciones y cruzado por el transitar a veces pausado y a veces ágil de sus habitantes. Cercado por edificios cuyo valor arquitectónico evoca el ayer.

Hay quienes elogian el cielo siempre claro como parte de la belleza que nos enmarca en ese pueblo, todavía tranquilo, todavía seguro… que nos recibe con la cordialidad de un amigo; todavía invitando con su apacible tranquilidad; todavía respirable el aire puro; todavía ajeno al caos propio de una metrópoli como de la que proveníamos.

El Cerro Pátapo y sus vestigios arqueológicos

En esta zona se encuentran una gran cantidad de vestigios arqueológicos pertenecientes al Señorío de Cinto, los cuales se esparcen por todo el territorio que comprende no sólo Pátapo sino también Tumán, Pucalá y otras áreas conexas. El estudio e investigación de estos restos podrá contribuir al esclarecimiento del origen y evolución de las poblaciones humanas que habitaron estas regiones así como su importancia en el proceso del desarrollo de las civilizaciones prehispánicas del norte peruano.

En el caso particular de los restos arquitectónicos (ubicados en el cerro Pátapo en Pósope Alto), es que estos se encuentran comprendidos en un área declarada recientemente zona intangible por el Ministerio de Cultura y, por ende, en zona protegida, tal como lo advierte un pequeño muro a orillas de dicho cerro y que es visible para todos los visitantes. Más como nos enteramos más adelante, ello sólo quedaba en eso, un simple letrero carente de significancia real, pues no existe hasta la fecha disposición por parte de nuestras autoridades en proteger esta área arqueológica

Con rapidez abordamos un mototaxi para que nos lleve al domicilio del que sería nuestro guía personal en esta travesía. En poco tiempo, dejaríamos atrás las casas y chacras para introducirnos en un escenario muy distinto.

El «Guardián» del Señorío de Cinto.  

Francisco Núñez Díaz, es un humilde trabajador de la empresa Agrícola Pucalá, natural de Pátapo, del Departamento o Región Lambayeque,  que ha hecho como misión de su vida la protección de nuestro pasado arqueológico, particularmente, de los restos arquitectónicos que guardan las empinadas cumbres del Cerro Pátapo, labor que viene desarrollando ad honorem desde hace quince años.

Este trabajo le ha costado más de un disgusto pues en su afán de proteger estos lugares ha sido agredido muchas veces y hasta detenido, acusado de ser un saqueador de tumbas o «huaquero», sólo por el hecho de haberse interpuesto a aquellos intereses que han querido convertir el cerro Pátapo en un área de explotación económica.

En principio, su trato amable y deferente con todos aquellos que buscan acceder al referido lugar, invita de inmediato a formar parte de ese sueño, a inmiscuirse con el pasado en un recorrido que no empieza necesariamente con el penoso ascenso por el escarpado cerro y sus ruinas sino que comienza con ese sentimiento de identidad; con ese orgullo por nuestro pasado que de pronto descubrimos en nosotros mismos y que se va imbricando con el propio paisaje.

Ni bien descendimos del mototaxi nos sorprende este hombre maduro y de bigotes, acercándosenos con amabilidad. Una vez presentados con el señor Francisco, a quien ya habíamos contactado por medio de las redes sociales, nos enrumbamos a la ardorosa tarea de escalar el cerro de Pátapo donde se encuentran los principales restos arqueológicos de esta zona. 
                       

De esta forma, con la guía de este verdadero “Guardián del Señorío de Cinto" empezamos a escalar nuestro objetivo a la par que dejábamos atrás la calle José Carlos Mariátegui del Centro Poblado Mayor Pósope Alto, siguiendo el curso del canal de regadío «El Taymi», hasta llegar al lugar denominado las «Tres Caídas».

Mientras lo hacíamos, don Francisco nos prodigaba una charla sobre la historia del lugar. En principio, nos refirió, el Señorío de Cinto abarcaba un conjunto de murallas, caminos empedrados y cementerios, estructuras que dan la idea de que fue una ciudad de piedra, una "maravilla arqueológica", que está llamada a convertirse en el nuevo epicentro turístico-cultural de Lambayeque.

Luego nos dijo que este Señorío, al unirse con el Señorío de Collique (lo que hoy es Pucalá), dio nacimiento a la actual ciudad de Chiclayo, por lo que el pasado de esta ciudad está íntimamente ligado al contexto sociohistórico de todos estos asentamientos humanos. También nos hizo mención, que en dicha zona se encuentra El Tambo, infraestructura de origen incaico que alguna vez albergó a Francisco Pizarro halla por el año 1532, cuando recién empezaba su aventura de conquista por estos lares.

Subiendo el cerro Pátapo         


Ni mi compañera ni yo imaginamos que estaríamos por escalar sus alturas de la manera más difícil. Francisco, sin decir mucho, se adelantó y sin más que decir o hacer tuvimos que seguirlo y adaptarnos rápido a su ritmo. A pesar de que ya era más de medio día el clima era amable con nosotros, no era un calor sofocante como esperábamos ese día, el cielo estaba cubierto de nubes que escondían al sol y en el ambiente se sentía un viento sereno.            

          
Comenzamos a escalar a un ritmo lento y acompasado por el miedo a caernos. Habían piedras enormes, no había un sendero fijo solo seguíamos los pasos del guía y en parte nuestro instinto que nos decía donde pisar, como sujetarnos, como tratar de entender el camino indómito de la naturaleza, cuanto mayor era la subida se hacía mayor la presión al escalar, por lo cual necesitábamos de la fuerzas de nuestras piernas y brazos para poder avanzar.

Empezamos a ascender como personas, luego empleamos las manos como monos en cuatro extremidades y terminamos como lagartijas pegados a una roca por miedo a desbarrancarnos, empezamos a experimentar lo que podría decirse un turismo de aventura.

Hubo un punto en el que nos detuvimos por completo ya que nos resbalábamos por una roca prácticamente liza, asemejándonos mucho a dos lagartijas pegadas a la roca. A pesar del peligro en que nos vimos envueltos, Francisco nos prohibía movernos, más que por el riesgo de caernos era para tomarnos fotos para el recuerdo, mostrándose tranquilo mientras creíamos que no pasaríamos de ese punto. Él, tan firme en el camino como si tuviera adherente en sus sandalias, nos repetía “querían vivir la experiencia, pues esto es lo que se siente, este también puede ser un buen turismo de aventura” Nunca antes para nosotros entrar en las zapatos de alguien fue tan literal y tan cierto.

Es ahí que apreciamos la considerable altura en la que estábamos, a lo lejos podía ver las casitas de los poblados cercanos bañados de niebla, rodeados de el verdor del campo.

Seguimos escalando y llegamos muy cerca de lo que Francisco decía ser las caras del cerro, figuras humanas y de animales, esculpidas en rocas en las que la naturaleza hiso su parte como también el hombre lambayecano aprovechando la posición de las rocas y sus grafías para hacer esculpidas en los espacios de las rocas.       

Divisamos una estructura, lo que parecía ser una cabeza humana dándonos el perfil, luego nos percatamos de dos lagartos en la punta de una roca los cuales permanecían tranquilos como esperando a que los admiren y los fotografíen, hecho que hicimos.

Seguimos el recorrido y la anterior no había sido la única forma humana que nos chocamos en el trayecto, también nos encontramos con un rostro apuntando hacia el suelo.

La Ciudadela de Pátapo

Cuando empezamos el descenso al otro lado del cerro nos topamos con otras rocas con claros rasgos zoomórficos, como aquella que posee el nítido aspecto de un cuy o aquella que tiene la inconfundible forma de un sajino. Al poco tiempo alcanzábamos nuestro objetivo: ingresar a la ciudadela de Pátapo.


Don Francisco nos explicaba que la ciudadela de Pátapo demuestra el predominio del Imperio Wari en Lambayeque después de haber sometido a los mochicas hacia el siglo VIII d.C. Quedamos una vez más admirados por la sabiduría de este humilde hombre.  
         
 
Nos refirió también, que por el diseño de las estructuras arquitectónicas y la disposición de las mismas (A modo de agrupamientos de celdas), pareciera evidenciarse que el lugar tenía propósitos religiosos y probablemente la práctica de sacrificios humanos, cuyos restos eran lanzados por el precipicio, pues se han encontrado osamentas en las partes bajas de la zona, que eran de las posibles víctimas sometidas a estos rituales. Y efectivamente, al pasear por el lugar se pueden apreciar estructuras de piedra a modo de cuartos pequeños o celdas que dan paso a amplias plataformas, hornacinas a manera de "sillas ceremoniales", lugares donde se realizaban ofrendas especiales, ventanas en forma de V, y plazas.



Las palabras quedan cortas para expresar lo imponente de este escenario y como el contacto con estas ruinas extraviadas en la perspectiva del tiempo, nos hace reencontrarnos con esas esencialidades de nuestra cultura más primigenia. Fue en ese momento cúspide donde pudimos entender con claridad las motivaciones que impulsaron a nuestro guía en asumir esa ardua, y muchas veces no comprendida tarea, de constituirse en celoso guardián de estos lugares.


No quisiéramos terminar esta crónica sin hacer honor a la verdad, ya que uno de los grandes atractivos de este paseo ha sido un nutrido enriquecimiento cultural e histórico al conocer y dar a conocer a través de estas líneas, la enorme riqueza de la que los pobladores de Pátapo y del propio Chiclayo aún no son conscientes así como del enorme potencial turístico que posee.


Finalmente agradecemos al señor Francisco Núñez Díaz, que con su colaboración y entusiasmo ha hecho posible la realización de esta investigación. Asimismo, animamos a la sociedad lambayecana y peruana en general, para que asuman conciencia y responsabilidad histórica con su pasado, pues un pueblo que no se vincula con su historia es un pueblo que carece de futuro.